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lunes, 8 de febrero de 2016

Empanada de Cebolla


El nombre de la rosa, Umberto Eco.

Me desperté cuando estaba por sonar la hora de la cena. Me sentía atontado por el sueño, porque el sueño diurno es como el pecado carnal: cuanto más dura mayor es el deseo que se siente de él, pero la sensación que se tiene no es de felicidad, sino una mezcla de hartazgo y de insatisfacción.

Supongo que me despertó el hambre, o el desánimo del mal dormir rodeado por estridencias de vida, en mi derredor.

Me levanté más cansado que antes de dormirme, y un dolor de cabeza llenaba de espantosos latidos mis sienes. 

Hube de usar un analgésico para poder proseguir mis compromisos nocturnos. 

Tomé por cena, un trozo de empanada que encontré como único elemento comestible dentro del frigorífico, sin pararme a pensar cuántos días llevaría allí metido. Tras pasear bocado a bocado, aquél trozo rectangular de masa horneada y cebolla por mi boca, no fui capaz de encontrar más ingredientes que la ya mencionada CEBOLLA.

Después de la apresurada comida salí camino de mi lugar de trabajo, sin reparar en el dolor de cabeza que se había reído del analgésico, para continuar latiendo álgido y fuerte en mi ojo y sien izquierdos.

Hacía un rato que esperaban mi llegada y fui recibido con vítores y aplausos.

Ante mí, apiñados, adheridos al palco de música, cientos de espectadores me aclamaban; la música sonaba estrepitosa para martirio de mi cabeza, de mi ojo y de mi sien.

Un muchacho rubio vestido con una cazadora marrón, se había apostado en la esquina izquierda de la musical plataforma, haciendo caso omiso a mí. Masticaba un sándwich de cebolla caramelizada.

Haciendo un extremado esfuerzo, comencé mi interpretación, y tras las primeras notas…


El olor de la cebolla llegó a mi nariz, colándose presuroso. Mi cerebro lo interpretó de inmediato y… Cebolla fue lo que esparcí, sobre mis fans, sobre las cabezas de hombres y mujeres que allí se agolpaban para escucharme cantar, y que presos de histeria colectiva, recogían del suelo el recuerdo propulsado de mi boca, como niños ante una cabalgata de Reyes.

#AbuelaTeCuentA
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viernes, 5 de febrero de 2016

Escríbeme!


Escríbeme ahora un verso,

Si me quieres escribir,

De un folio y su reverso,

Diciendo qué sientes por mí.


Necesito tus poemas,

No esperes al mes de abril,

Para decirme en tus versos,

Que me quieres sólo a mí.

© Mercedes del Pilar Gil Sánchez

#AbuelaTeCuentA
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Te espero


Te Espero

Te amo en la distancia,

Y envío mis mensajes al ulular del viento.

Te escucho en las canciones,

En todos sus renglones de sus bellos sonetos.

Describo tus miradas nítidas,

Acariciadas,

De amor de mis pensamientos.

Recuerdo aquellas tardes en que me abrazabas, 

Tus manos paseabas por lugares de ensueños.

Descalzos por la playa tus pasos viajaban,

Bañados por los sueños.

Te espero,

Espero nuestro encuentro, 

Que se hagan realidades, aquellos nuestros sueños.

Aquí, junto al mar, 

Te espero.

© Mercedes del Pilar Gil Sánchez 
#AbuelaTeCuentA
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Finalista y Elegido para figurar en el libro 
"Letras con Amor"



Bella Flor


Cansada, Bella Flor de ser regada,

Huyó de su tiesto, una mañana

Buscó la libertad, lejos de su vasija,

Desechó su maceta, que se hallaba,

De toda su vida empapada.

Probó la libertad aquella rosa,

Y el agua le faltó al primer día

Quiso regresar a su maceta,

Más en esta, otra flor ahora crecía.


Que más bella y más hermosa florecía.

©  #AbuelaTeCuenta
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Finalista y Seleccionado para aparecer en este libro:

jueves, 4 de febrero de 2016

Prisionera!

La escritura la atrapó como atrapan las drogas, provocando su aislamiento del resto de los seres vivientes que habitaban el planeta.

Ya nada existía a su alrededor, sus únicas relaciones consistían en manejar a su antojo los diferentes símbolos de las diferentes letras con la única intromisión de los caracteres ortográficos conocidos como signos de puntuación.

Solía utilizar los más familiares, no era ella de usar para sus escritos signos rimbombantes u ostentosos, se conformaba con algunas comas y algunos puntos, puestos estos algunas de las veces en hilera, como cuando formaba con ellos puntos suspensivos…

Su aislamiento, se fue haciendo cada vez más y más prolongado en el tiempo, hasta llegar a pasar semanas enteras sin dejarse rozar la piel por el bendito aire de la calle, sin dejar que el sol iluminase sus ojos, o que sintetizase en su cuerpo ningún rastro de vitamina D.

Su vulnerabilidad se fue haciendo cada vez más patente, al no tolerar su cuerpo ningún virus o bacteria, o contaminación alguna que no fuesen las propias de su medio ambiente, que se auto limitaba cada vez más y que fue reduciendo cada vez, hasta quedar en un exiguo, pequeño rincón de su casa.

Sus dedos mostraban callos circundando sus yemas, y su cuerpo fue imitando a uno de los caracteres más utilizados por la escritora.

Sus hombros se curvaban hacia delante, junto con su cabeza, y sus piernas ya estiradas y en posición erguida, se iban curvando cada vez más en sus articulaciones de cadera y de rodillas.

Se asemejaba su figura a una S mayúscula.

Apercibía todos aquellos cambios, pero no podía ya volver atrás.


Se hallaba prisionera de sus propios escritos.

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Aprieta el botón!!!

—Papá –
 ¿Tardaremos mucho en llegar? 
—Serán unos pocos minutos más 
Reza, hija mía -
—Ya he rezado papá –
— ¿Has rezado todas las oraciones que te dieron en la ceremonia? –
—Sí, papá –
—Pues comienza otra vez desde el principio –
—Pesa mucho esto, papá –
— ¡Compórtate como la niña mayor que eres! 
Será sólo un instante 
No te preocupes –
— ¿A dónde iré después de hoy papá? –
— ¿No te lo han explicado en la ceremonia? –
— ¡Sí, papá! 
Me lo explicaron –
— ¡Reza! –


—Debes ir hacia aquél edificio y pulsar el botón –
No lo pulses antes de tiempo 
Recuerda que has de traspasar la guardia y adentrarte lo más cerca posible del tumulto enemigo 
¡Recuerda, sigue rezando! –
—Oh, Dios del Cielo y de la Tierra, acoge en tu seno a esta tu hija, que te ama sobre todas las cosas… 


— ¡Eh, niña! 
 ¡No se puede pasar por aquí 
 ¡No puedes traspasar esta línea! 
 ¿Qué te pasa bonita? 
 ¿Por Qué lloras? 
 ¿Te he asustado? -

— ¡No quiero apretar el botón! 
 ¡No quiero apretar el botón! 
 ¡No quiero! 
 ¡No quiero reunirme con mis abuelos! 
 ¡Quiero volver con mi madre!...

 ¡Pesa mucho este chaleco!... –

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miércoles, 3 de febrero de 2016

Carta a una hija

Respuesta a la carta a una madre de Ana María Pedraza.
"Carta de una hija a una madre"

Carta a una hija:

Mi querida hija, te miro hoy como te miré el día en que te pusieron sobre mi pecho por primera vez, y me mostraron que había nacido de mí una niña. 

Mi niña, mi hija.

En aquél mismo instante, se hicieron visibles cosas que hasta entonces permanecían ocultas a mi entendimiento. Comprendí a mi madre, tu abuela, cuando por protegerme restringía mis ansias de libertad, frenando mis deseos de vivir la calle, o una fiesta después de las nueve de la noche. Lo comprendí todo mi querida hija, al verte sobre mí indefensa, pequeñita, con la boca muy abierta para tomar aire y poder hacer notar tu descontento de sentirte fuera de mis entrañas.

Qué brusco fue para ti el choque de llegar a este medio aeróbico, y por el contrario, que maravilloso momento para mí.

Recuerdo tus pequeñas manos agarradas a mis dedos índices, aferrada para no caerte, no sabías tú, que yo, tu mamá estaba ahí para protegerte. Para eliminar de tu lado todo cuanto fuese capaz de dañarte, y que nada ni nadie pudiese hacerte daño alguno. No podrías caerte, niña mía, porque yo estaba a tu lado entonces, y para siempre.

Recuerdo tus ojos aún cerrados, y el momento en que los abriste por primera vez y comprendí en ese instante, que sentías la misma emoción que yo sentía.

Tus pequeños pies de muñequita, frágil, tan frágil, tan diminuta…

No quise besarte, aunque me moría de ganas por darte un beso, me daba miedo lastimar tu piel con la aspereza de mis labios resecos por los  esfuerzos del parto.

Mi pequeña, mi niña.

Y ahora, pasado el tiempo, me siento tan orgullosa de ti, tan orgullosa de ser tu madre y leer tu carta…

Gracias mi pequeña, mi dulce niña, por hacerme sentir tras la lectura de tus letras, la mamá más especial del mundo. 

Te amo mi hija.

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lunes, 1 de febrero de 2016

Perdone Usted, Gusanito!

Ayer mismo por la tarde,
Cuando mordí una castaña,
Se asomó un gusanito,
Que de este modo gritaba.

— ¿Se puede saber qué haces? –
— ¿Por qué destrozas mi casa? –
— ¿Te gustaría que yo ahora,
destrozase tu terraza? –

— ¡Perdona! –
Le contesté quedándome abochornada.
—Ha ocurrido sin querer. –
—No sabía que ahí estabas. –

Como pude disculpé
mi intromisión en su casa.
Una castaña busqué,
En la bolsa de castañas.
Hermosa, grande y lustrosa,
Digna de ser una casa.

—Quiero reparar mi error. –
—¿Te gustaría gusanito?… -
—¿Mudarte a esta casa? –
Con la cabeza negó
El gusano de castañas.

—En esta casa hay recuerdos. –
—Hay tesoros de mi infancia. –
—De cuando era un huevecillo. –
—Antes de ser una larva. –

Está bien, le respondí,
Y reparé la castaña.
Pegando a su piel un film,

Y la guardé en una caja.

© #AbuelaTeCuentA
Mercedes del Pilar Gil

Entrevistada por María Campra. Mil gracias María

El blog de María Campra Peláez contiene una entrevista muy hermosa para mí. Gracias María.


http://escritoramama.blogspot.com.es/2016/02/otro-mundo.html


Y se disfrazó en invierno....

Y se disfrazó en Invierno... Enero de Primavera.

El invierno huyó del frío 
Mutándose en primavera.
Transmutó las nieves blancas,
En campos de verdes hierbas. 

Confundió a los vinagrillos,
Que ya el campo amarillean,
Alegrando los paisajes 
Como un pintor su paleta.

Contentas, las mariposas,
Las flores revolotean,
Disfrutan los pajarillos,
Sus trinos de amor gorjean.

Se preparan ya los nidos,
Y escenas de amor recrean.
Se apresuran ya las flores,
Margaritas, madreselvas.

Que no se arrepienta enero,
De creerse primavera.

©Mercedes Gil